Travestis

Desafíos
Por Mario Rivero
Es difícil imaginar un lenguaje distinto al de Ángel Loochkartt para lograr una más brillante representación del tema de los "travesti"
Con una gama rica de color, aplicado espesamente, Loochkartt exige a la materia que haga llegar hasta los sentidos el aire funambulesco, malsano, de éstos personajes que nutren la noche capitalina, con un margen de indignidad asumida en nombre de la libertad y la revolución sexual operada por el siglo.
Personajes como de comparsa, extrañamente ataviados con pelucas, pieles en el cuello, plumas, como en un desafío al sentido común. Proponen un espectáculo rufianesco, de fantasía con alardes de vicio. Embo­zados en sus vestiduras femeninas, con el rostro maquillado, en reivindicación de su singularidad, parece como si estuvieran sobre un escenario. Hay una verdadera insolencia y broma perversa en su disfraz, en su cosmética atracción de máscaras.
Disfrazan su rostro, sus sentimientos y su vida; se "corrigen" a sí mismos ante el espejo; como una forma liberada de con formarse, enmiendan la plana a la naturaleza. Realizados en verdes, en fucsias y amarillos con trastados con grises, los cuadros están hechos "alla prima"; es decir realizados, cada uno, en una sola tarea.
La pincelada misma tiene una cualidad alucinatoria, vertiginosa. Hay en ella toda la emoción toda la magia visual que se necesita, para el tratamiento de este difícil tema, a fin de no caer aplastado bajo el peso de la propia elección. En sus "travestis" Loochkartt, está tratando de captar, no solamente, las cualidades estéticas y formales, su carácter pintoresco, frívolo, exótico, todo lo que es objetivamente apreciable, sino también esa ambigüedad, esa carga furtiva, la condición esencial de extravío, de extra­vagancia, que constituye en ellos su propia naturaleza.
En esta exposición vemos a Loochkartt, en un momento de especial brillantez. En perfecto domi­nio de sus medios, de su talento plástico y de su temática. Su curiosidad ante los tipos y personajes excén­tricos, que empezara con "Sibila", su deseo de absorber a América como luz y color, que continúa en "Los Congos"; concurren solidariamente, se perfeccionan y encuentran su verdadero clima, en este narcisista y adornado mundo de los "travesti"; que se esfuerzan en vivir, a través de la estupenda paleta de Loochkartt, su descalificación social como un desafío.


Obra de Ángel Loochkartt en